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Hoy hemos seleccionado el artículo "Redes sociales, textovisualidad y transmedia: literatura y nuevas tecnologías", porque en él se reflexiona acerca de una innegable realidad: actuamente, la cultura se desarrolla en un medio textovisual. También, porque advierte de un hecho a tener en consideración: "en este momento la literatura pasa a ser algo más que texto y merece ser estudiada de un modo más complejo y atendiendo a esa especificidad".
"Redes sociales, textovisualidad y transmedia: literatura y nuevas tecnologías" Vicente Luis Mora
5. La textovisualidad como eje de la experiencia literaria con apoyo en la tecnología
La palabra engendra la imagen y la imagen es virus (…) Descubrimos que simples sistemas de códigos binarios eran suficientes para contener la imagen entera, pero requerían un gran espacio de almacenamiento, hasta que se descubrió que la información binaria podía escribirse a nivel molecular, que nuestra imagen entera cabía dentro de un grano de arena.William Burroughs, Nova Express
Las
imágenes
han pasado a ser una parte sustancial de lo que somos. No solo
porque gran parte de la
información que
recibimos se nos presente a través de un formato
visual, sino
porque incluso en la visión que tenemos de nosotros mismos es parte
sustancial nuestra
imagen.
Desde los álbumes familiares de fotos hasta los vídeos en que
aparecemos, pasando por las fotografías de los perfiles en las
redes sociales o en nuestro currículum vítae, la forma visual de
presentarnos nos parece medular para relacionarnos socialmente y
para ser aceptados por los demás23.
Esa
centralidad
imagológica
no ha pasado desapercibida ni para los sociólogos ni para los
propios creadores, que tanto en el arte contemporáneo como en la
literatura muestran, en todos los países y culturas, un fuerte
interés por la
imagen como método expresivo.
El resultado es un medio textovisual de
creación artística, compuesto a medias por elementos visuales y
discursivos, que nos resulta fácilmente aprehensible.
Esta tendencia desafía antiguas formas de concebir conceptos como
originalidad, autoría, genericidad, etc., y nos pone en la
tesitura de encontrar recursos
metodológicos adecuados
para afrontar el análisis de estas formas expresivas, que han
encontrado en Internet
un
portentoso semillero de
posibilidades dinámicas y audiovisuales,
superando el anterior marco de la imagen estática. Antaño,
una reproducción solía
hacer referencia a una lámina, ilustración o fotografía. En el
imaginario
actual, reproducciónse
relaciona más bien con un videocasete, un iPod o una lista de
reproducción en YouTube.
Valeria
de los Ríos ha señalado, partiendo del «giro icónico» de
nuestra cultura apuntado por W. J. T. Mitchell, que «la literatura
se presenta como un lugar privilegiado para analizar la impronta de
la visualidad en la cultura, puesto que recoge consciente o
inconscientemente su impacto, inscribiéndola en el texto de manera
ficcional, incluso antes que muchas aproximaciones teóricas al
tema»24.
El
texto
se configura, en los ejemplos estudiados por la autora pero también
en otros muchos, como
una caja de resonancia de lo icónico, ya sea mediante su
descripción ecfrástica, ya sea a través de la reproducción
visual de lo contemplado (mediante diversos procedimientos:
inserción de imágenes, composición textual, diseño gráfico,
maquetación, etc.). No
escasean autores considerados «canónicos», como Julio Cortázar,
Michel Butor, W. G. Sebald, Guillaume Apollinaire o Laurence Sterne,
que han incluido aspectos visuales en sus obras.
En
ese momento la literatura pasa a ser algo más que
texto y merece ser estudiada de un modo más complejo y atendiendo a
esa especificidad.
El
profesor de Estética Víctor del Río ha apuntado la «factografía»
como método de lectura de materiales visuales y textuales dentro de
un mismo conjunto documental25.
La persona que utiliza ese método en su vida cotidiana, aceptando
de forma natural la presentación habitual de la información, es lo
que hemos llamado, continuando la terminología semiótica, un
«lectoespectador»26.
Denominación que alude tanto a receptores
de
las obras de arte como a los ejecutores
de
las mismas, por compartir ambos la misma Weltanschauung audiovisual.
En similar sentido, Víctor del Río escribe que en el media
art «la
utilización de medios de reproducción de imágenes se consolida
como forma artística por analogía con los medios de comunicación
y en relación dialéctica con ellos, tanto para afirmarlos como
para negarlos»27.
Es decir, que la recepción de la tecnología no tiene por qué ser
complaciente con ella, sino que puede ponerla en cuestión —y a
menudo sucede de este modo—, le está permitido criticarla desde
dentro,
o con sus mismas armas, demostrando sus carencias o sus peligros.
Sería, por tanto, muy preciso y oportuno decir que buena parte de
la literatura actual dialogacon
la tecnología, sin que ello implique un sometimiento o una
rendición ante su espectacularidad sino, muy al contrario, una
reflexión crítica en marcha sobre su omnipresencia y su poder
económico y simbólico en nuestro tiempo.
Esta
simbiosis entre literatura e imagen no solo ha sido posible con
origen en esfuerzos desde el lado de las letras. También
el mundo de la imagen ha entendido que la narratividad es
una de las claves persuasivas para atrapar el interés de los
lectoespectadores, y
por ello no solo el cine,
sino otros géneros como el videojuego
o las series
de televisión
han acabado por reforzar sus guiones, hasta límites de excelencia
desconocidos. Videojuegos como Alan
Wakeo GTA4,
o series como The
Wire, Boss o The
Sopranos han
desarrollado tales niveles de complejidad narrativa, profundidad
argumental, ahondamiento en los personajes y cuidado en los diálogos
que han sido emparentados con los dramas de Shakespeare
(Teleshakespeare se
llama significativamente un ensayo de Jorge Carrión sobre series
televisivas) o las novelas de Dostoievski. El filósofo José
Luis Molinuevo
ha escrito al respecto que «las teleseries son ahora una de tantas
respuestas a la inquietud de si se puede continuar una
ilustración sin la
unidad de los conocimientos, pero desde la mezcla e hibridación de
los mismos, desde la
disociación estética de los trascendentales, lo verdadero, lo
bello y lo bueno, unidos más que nunca en la propaganda y la
publicidad»28.
A
su juicio, la estética
de la complejidadque
presentan algunas de estas series las configuran como uno de los
fenómenos artísticos más interesantes y «elevados» de nuestro
tiempo, a pesar de que su origen estaría vinculado en principio a
la cultura de masas, antes considerada como «baja cultura». Uno de
los principales efectos que ha tenido esta irrupción de series y
videojuegos de gran altura conceptual y literaria es, precisamente,
haber triturado esa antigua barrera entre la baja y la alta cultura,
creando un tertius
genus,
una «alta cultura pop», que Eloy Fernández Porta ha
denominado Afterpop en
su conocido ensayo publicado en 2007.
- (23) «Las pasiones, los afectos, los sentimientos básicos volverán una y otra vez a este mapa último, a ese universo de representaciones, de modo que, igual que se afirma que somos lo que comemos, se puede afirmar aún con mayor certeza que somos los que nos representamos» (Vicente Serrano, 2011,La herida de Spinoza. Felicidad y política en la vida posmoderna, p. 48). volver
- (24) Valeria de los Ríos (2011), Espectros de luz. Tecnologías visuales en la literatura latinoamericana, p. 17. volver
- (25) «La factografía, por tanto, es la organización de un discurso a partir de materiales documentales entre los que puede haber tanto imágenes como textos» (Víctor del Río, 2010, Factografía. Vanguardia y comunicación de masas, p.35). volver
- (26) Vicente Luis Mora (2012), El lectoespectador. Deslizamientos entre literatura e imagen. volver
- (27) Víctor del Río, op. cit., p. 215. volver
- (28) José Luis Molinuevo (2011), Guía de complejos. Estética de teleseries, pp.14-15. volver"
Fuente: http://cvc.cervantes.es/lengua/anuario/anuario_12/luis/p05.htm
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